La misión, visión y valores no son un simple ejercicio teórico. Son una herramienta de gran valor para la toma de decisiones.
He publicado un par de artículos comentando el error que cometemos al mirarnos a nosotros mismos, cuando buscamos cerrar una venta o nuevas oportunidades de negocio.
Sin embargo, al iniciar una empresa o realizar cambios importantes en la estrategia, es fundamental analizar a dónde queremos llegar, porqué y cómo.
La Visión (¿cómo deseamos que sea nuestra empresa a largo plazo?), la Misión (el beneficio que aporta y a quienes) y los Valores (los fundamentos morales de nuestra organización).
Muchas empresas interpretan estos conceptos como una forma de decirle al público lo buenos que son.
No comprenden que, aunque es importante que nuestros clientes conozcan nuestro marco de actuación, sus principales funciones son la de servirnos de inspiración en nuestro trabajo y la de facilitar la toma de decisiones estratégicas.
Es mucho mas sencillo decidir cuáles productos o servicios debemos comercializar si, además de la rentabilidad, les exigimos que aporten al público objetivo con el que hemos decidido trabajar, el beneficio que hemos definido en nuestra misión.
Tendremos mucho mas claro lo que debemos hacer cuando debemos tomar una decisión moralmente difícil, si los valores de nuestra empresa han sido claramente expresados por escrito.
Cuando se nos plantee una difícil decisión estratégica, sabremos que deberemos descartar todas aquellas opciones que nos lleven en una dirección distinta de la marcada por nuestra visión.
Todas nuestras comunicaciones deben ser un fiel reflejo de estos conceptos: Los productos y servicios que ofrecemos. La utilidad que a ellos les encontramos. Los clientes a quienes se los ofrecemos. La forma como los presentamos. La manera como atendemos a las solicitudes de nuestros clientes.
Apartarnos de este marco estratégico generará confusión. El cliente percibirá las incoherencias en nuestra empresa y su nivel de confianza disminuirá.